viernes, 30 de enero de 2009

Catarsis.


Anoche NO soñé con lo que me contaste. Anoche hizo frío y cerraron la galería de mi museo favorito. Cuando esto ocurre tengo miedo de forma intermitente, pero no una aprensión cualquiera, no; abrigo al miedo con pies de gato y colmillos de aguja. Y justo ahí se engancha y ya no se marcha salvo que encuentre victima mejor. Esa situación de ser estando acorralda me torna sinestésica: oigo tus manos, veo tus palabras y percibo tus sabores por el tacto. Me altero, me pierdo, me desoriento y en vez de dormir las nueve horas estipuladas me dedico a ponerle nombre al aroma de cada centímetro de tu piel. Eres hipnótico sin quererlo, ansiolítico a la fuerza, anticonvulsivo por herencia, amnésico por autocompasión y miorrelajante sin receta. Como Bon Iver. No, no, mucho más. Mucho mejor. Por todo ello retrocedamos ¿vale? volvamos a tener nuestra primera semi-encontrona bajo toneladas de secretos que se comen con cucharilla de helado. Pongámosle un horizonte lejano a nuestra relación de dos por uno, hagamos de nuevo los viejos planes como si fueran tan nuevos como el sábado que viene. Hoy no ha de interesarnos inventar, hoy nos reciclamos como el viento. Hoy no soportamos, nos disfrutamos. Hoy somos valientes y vivimos pisando fuerte. Hoy nos llenamos latiendo y extrañándonos en cada "pum pum". Hoy no hay esperas salvo las de cinco minutos. Estoy cansada de jugar al escondite, de sacarte ventaja al pilla-pilla y de contar mentiras tralará. Ilusionémonos de nuevo, aunque sea a medias y al final de la fabula ponga: “cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”. Juguemos con esa posibilidad. Con la de arriesgar matando en cada esquina.

Já. Tiendo a la catarsis personal cada X tiempo, cada mes, cada semestre,todo depende del estado de ánimo de mis quereres .No, no hablo del amor, ni del corazón...el amor está en la lengua, tal cual, solo es una palabra para definir una complejidad casi tan extrema como doblar cucharas con la mirada.

miércoles, 28 de enero de 2009

Solución y pedacitos de verdad.


Del uno al diez, infinito. Del blanco al negro, el verde. De soltera a viuda, ausente. De querer a amar, en espera. Te pienso en verde porque el blanco admite poca clarividencia y porque para el negro siempre he preferido la ropa interior. Te recuerdo ausente porque las viudas siempre han acabado deseando ser solteras para no llorarle a quién no regresará bajo ningún concepto. Te almaceno en espera de la caja más adecuada porque de las que me han enseñado hasta ahora ninguna tenía de ese papel de burbujitas que tanto me gusta. Y si, vuelvo a sentir sinsentidos de los míos. Voy a pensarte durante dos minutos y todo lo que sea capaz de abrigar sobre la piel lo filtraré por el boli Bic, pienso desangrarme con tinta azul. Y no quiero algodones ni tiritas, que no, que yo controlo.

Una vez me preguntaste hasta dónde había sido capaz de amar ¿te acuerdas? Y yo te conté que por estúpido, ñoño e idílico que fuera siempre me había gustado pensar que podía continuar corriendo sin que existiera una meta, arrancar, correr, correr ¿hasta dónde? Ya lo veré…no me sueltes la mano y yo diré eso de “hasta cualquier final”. Pero no te desenganches de mí, porque si lo haces no quiero que vuelvas a mirar atrás, que soy despistada pero me sé este camino de vuelta. Que no sabía si había querido como en una bonita canción francesa, como en la mejor de las comedias, como Él, como Ella o como el vecino de la puerta de enfrente. Que quería, pero no sabía en que medida y tampoco sabía con quién confrontarme porque no me parecía del todo ecuánime… y tú me preguntabas “¿Pero “así” o “asá”?” y yo no te quería contar nada porque podría engañarte con la misma facilidad que un niño olvida su último capricho; que a lo mejor si te mentía era porque precisamente quería decirte la verdad aunque de esto no entendieras ni papa y tus miradas de perplejidad dolieran como hostias sobre mi, hostias que no sabría devolver. Que no podría, que ya sabes que contigo me cuesta hasta alzar el tono por si mis estallidos te rasgan sin miramientos. Y eso te pasa porque estás confeccionado a máquina y a mano, y contigo no se puede frotar, y yo para colmo va y se me todas tus costuras, todos tus telares y tus cambios de composición sintética. Y claro, así ¿cómo no voy a andar con cuidado? Y si encima soy una yonqui y me va la droga dura, y no me corto un pelo cuando me inyecto de ti en cualquier lugar que me puedan ver… soy una yonqui desvergonzada que solo es anónima cuando te deja notitas sobre la sandwichera.
También me casi dijiste que no podías estar con alguien así, que no lograbas entenderme, y acababas mareado de tanto pensarme y de tanto intentar descifrarme. Que a veces no sabias si lo que te decía era que te quería o que había dejado de hacerlo, que ya no sabías si lo que me apetecía era follar o hacer el amor, que no recordabas cómo me configuraba… porque joder ,yo era tan cambiante. Y no hablabas en vale… era tan cierto como los nueve puntos que me pusieron en la pierna, tan cierto como la sonrisa que involuntariamente se dibujo en mi cuando me dijiste aquello de “Deberías llegar a todos los kioscos. Entre chucherías muy dulces y revistas que se compran por los artículos de investigación.”, cuando en realidad lo que quería era abrazarte y decirte que, aunque a estas alturas ya no tenía sentido echar remedio, había encontrado el papel de burbujas y que mañana mismo te embalaba. No soy mala, y aunque nos vayamos el uno del otro quiero que lo hagas lo más cómodamente posible. Siempre me gustó esa sensación de que las soluciones las encontrábamos a la vez.

Uno. Dos. Tres.


Uno. Dos. Tres. Uno .Dos .Tres. Cuento mis pasos de tres en tres, así no me pierdo; recopilo el camino andado sin echar la vista atrás, así no sonrío. Sé que son solo estúpidas tácticas para entretenerme, pero así el trayecto se hace más ameno y a veces conocer el destino es suficiente para encaminar tus pies hacia cualquier otro lugar que no sea el debido. Con la mirada fijada en el suelo el resto del mundo siempre (me) desaparece, se emborrona y pierde toda importancia; he limitado mi espacio a una sola espalda, lo advierto y francamente no me pesa. Uno tras otro los rostros se reflejan en el asfalto, conviven con la gravilla y parece ser que se soportan. Una presión arrebatadora oprime mis pulmones, clava sus uñas y rasga el tejido muscular ¿Será esta indiferencia eso que llaman morfina vital? Aquel médico dijo que era experto en tratar corazones, que los abría, los volvía a cerrar, los sujetaba con sus manos...era técnico y por ello estaba seguro de que aquella mujer era su compañera, su amante, su mejor amiga, su corazón latía por ella y por ello le prometía depositarse en la palma de su mano, le prometía ella a él ¿o era al revés?. En aquel momento sonreí , conté hasta tres y pensé: “Mierda, los secretos psiquico-sensoriales no pueden ocultarse ante la ciencia, la medicina es capaz de destapar las mentiras”.Me desabroché la camisa botón a botón, como quien aguarda uno de los peores informes de su vida, lentamente el reloj había dinamitado sus varillas y ya no daba la hora, pausadamente el universo había decido esfumarse. No hay soluciones ni respuestas sencillas, solo hay que respirar hondo y esperar a que se calme. A que me calme. A que se tranquilicen los nervios y dejen de abofetarse con las ganas. Desabrochada la camiseta tiré de la cremallera que me unía, me recosté en la camilla, cerré los ojos y:
-Adelante.
-Vaya… ¿Cuánto hace que no respira?
-Aproximadamente tres meses…he sido fuerte ¿verdad?
-A veces tienes que darte a ti misma permiso para no ser fuerte por una vez. Tienes que dejarlo, tienes que estallar, hacer añicos este relato y ventilar las aurículas.
-La duración de un relato es como la de un sueño, no decidimos el momento en que nos dormimos ni en el que nos despertamos. Y, sin embargo, avanzamos, continuamos. Escuche, usted es médico ¿no?, pues haga lo que tenga que hacer, limítese a ello. ¡Co-sa!
-“Cosa”…no hay nada que coser. No puedo ayudarte, lo siento. (Deja aguja e hilo sobre la mesa).
-Claro que puede, poco a poco…tengo todo el tiempo del mundo.
-Lo siento, no encuentro sus heridas. Creo que no son mis manos las adecuadas. (Se quita la impoluta bata blanca en desuso y abandona la habitación).
-No hay…
Un. Dos. Tres. Un golpe de aire infla mi pecho y la mirada se centraliza en un punto muerto, los ojos se dilatan, la respiración asfixia las palabras, la garganta se rellena de céfiro y le pierdo la pista a la coheréncia. Pierdo el pulso en las manos; el frío se hace con los pies, con las rodillas, con mi cintura. El viento sopla en mis pestañas, filtra por los poros, renacen los órganos y se revitalizan las arterias. Derrocho vida intravenosa, malgasto las fuerzas, desperdicio los quereres y aprovecho lo inutilizado hasta ahora. Caigo. Esto debe ser eso que llaman volver a la normalidad, o humanizarse.


Receta médica: Tenemos cicatrices en los lugares más insospechados, como si fueran mapas secretos de nuestra historia personal, vestigios de viejas lesiones. Y no existe hilo capaz de coserlas, solo se calman con la llegada de otras pieles, solo aceptan el antídoto de otros ojos.

lunes, 26 de enero de 2009

Por si acaso.



Dios, tengo serias dudas de tu existencia, pero si fueras cierto, tengo un mensaje para ti: eres realmente un hijo de puta. Antes de crear monstruos podrías haberte cortado las manos.
Y no, no te perdono, aunque sea de sabios hacerlo.
¡Ah ,que escandalo! Directita directita al purgatorio...¿Verdad? En fin, seguro que hago amigos de esos que beben más vino de lo normal y comen mas cerdo de lo posible, y trabajan menos de lo recomendable.

Ya sabes/sabías/sabrás por donde me paso/pasaba/pasaré eso de los siete vicios (porque francamente los he experimentado todos):

Pero es que ahora te vas a enterar... porque hoy me he levantado con menos fé de la posible. Vamos, con niveles bajo mínimos de rezos,sacristias, capirotes, semanas santas, botafumeiros y derivados. Cero. Si, estoy enfadada. Pero la culpa no es mía, es de él (de ti, quiero decir). Y de esos monstruos. Y de sus hostias, que aquí no son de oblea. Repasate la Biblia que aquí algo va mal...revisa el viejo y aún más viejo testamento, contrasta con esos amigos con los que te pegaste tu gran última cena, ponte en contacto con Magdalena, con la paloma que creó a tu hijo, con el tuniquero que te confeccionaba los modelitos, con aquel que se lavó las manos,con Maria (que está que no se lo cree) y con Noé (que siempre me ha caído bien)...y diles...diles lo que está pasando. ¡Yo que sé! Multiplica panes y cria peces joder...¿no es eso lo que nos dijeron que hacías en Religión? Bueno y que eras carpintero y molabas un montón.

domingo, 25 de enero de 2009

Palabras por encargo.


Llega, quizá un poco apurada de tiempo. No se ha puesto rimmel, ni se ha perfumado.Se sienta en la mesa de siempre, es de hábitos simples y fáciles. Se hace una coleta de esas que se retuercen y acaban siendo peinados mal hechos, se pone una orquilla y respira libre de malos habitos. Pide un café y en vez de cortarlo con leche lo corta con miedo. El camarero siempre le pregunta si la leche la quiere fría o caliente. Pero ella ya sabe que los reproches, fríos, no valen nada. ¿Entonces? Entonces caliente, claro. Sabe qué tiene que decir, cómo, cuándo e incluso la velocidad a la que van a dispararse las balas.Y no es que sea calculadora, no, es que está tan cansada que las palabras se han ordenado por aburrimiento.

-Perdón por el retraso.
-No es nada, acabo de llegar (mentira, hace 17 minutos que espera, pero le jode aceptarlo y sobretodo que él lo sepa).
-¿Qué ocurre? ¿Te encuentras bien? ¿Pasa algo?

Ella se repite a si misma: “¿Qué ocurre? ¿Te encuentras bien? ¿Pasa algo?” y las respuestas a todas las preguntas van mezcladas con mucho hielo, una pizca de indiferencia y unas gotitas de cansancio. Todo en una coctelera da como resultado Ella. Sin botella y a borbotones. No sabe qué ocurre, o tal vez lo que desconozca sea la terminología adecuada,ni mucho menos si se encuentra bien o mal… ¡qué va a saber! Es apática desde hace tres tentempiés, pero a la fuerza; y si, si pasa algo, o eso se teme desde hace un par de noches. Bueno, tenemos un "algo" y una "apatía"... ahora a ver qué nos sale.

-Tú y yo no estamos hechos para volar juntos. (se ausenta)
-… ¿Qué? (se sorprende, muy falsa-mente)
-Hostia… es verdad, que tú nunca me entiendes. (se ironiza las heridas)
-Ya empezamos… (se cansa de cansarse)
-No, ya empezamos no…aún estamos. Aquí jamás se acabó, se dio por finalizado y surgió la posibilidad de volver a empezar.

-... (Él agacha la mirada, acepta que es cierto...que algo va de mal en peor al cuadrado.Pero le duele, claro. Quiere hablar ¿pero qué puede decir? ¿qué les queda por solucionar, preguntarse o acordar? Entonces se entristece, por todo lo que podría decir y se calla, por lo que pudieron darse entre el jersey y no lo hicieron. Está llorando por dentro y encima Ella va y tiene razón, y Él ya no tiene recursos).

-¿Lo ves? Nos hacen falta demasiados metros de hilo para cosernos la heridas, y cada día que pasa soy más inmune a la sal que me arrojas, y cada sábado que transcurre tú eres más tolerante a mis cortes con visturí. Y acostumbrarse a quererse es algo fantástico,creeme, pero instruirse para dañar(nos) me está deborando las entendederas.

-Pero cariño...yo...(se disipa)

-Yo. Tú. Nosotros hemos llegado hasta aquí ,hemos construido un camino más o menos estable y ahora toca deshacer los nudos del estómago; porque desde hace meses me dueles como una efermedad sin remedio ni cura, y ya no me sirven tus pastillas, ni los sobres que se diluyen, ni los jarabes, ni las inyecciones... no. Ya no me bastas.

-¿ Y punto?

-...y final.

-Pero espera...

-No, llevaba esperando(te) 17 minutos. Haber llegado antes.
Ella sonríe, cree haber hecho no lo correcto pero si lo mejor. Él permanece ausente, se pregunta qué hará esta noche y dónde guardará todas las fotografías. Y a su alrededor la vida continua, y les quedan un millón de situaciones demasiado parecidas, remendar aún un centenar de malcosidas heridas, tomarse setecientos cafés cortados con miedo; encontrar soluciones con un final más o menos feliz, pero encontrarlas, aunque duelan más que renunciar a seguir latiendo.
Y se levantó y se fue (Ella). ¿Lo ven? Acaba de dejar siete años de su vida atrás,en un bar, con un cortado, en 33 minutos. Y lo hizo sonriendo.

viernes, 23 de enero de 2009

Momentos sagrados de paz absoluta, de esfuerzo cero.


Cada domingo vomito la resaca de palabras en el estómago, la fiesta de silencios que me pego es tan desenfrenada que mi organismo no soporta el revoltijo y escupe las frases enteras y sin digerir; cada acento mal colocado revienta un capilar y cada vocal compartida endurece los abdominales hasta contraerme y doblarme por la mitad. Por desfallecimiento acabo durmiendo en los lavabos de los peores y más bajos bares de mi catatónica ciudad, esos en los que suena un jazz rebajado en hielo picado y zumo de melocotón, los de las luces explosivas e intimidantes, donde las camareras tiran más que dos carretas y menos que una bicicleta de cuatro ruedas, si, aquí la lentitud neuronal también cuenta. El mundo no acostumbra a decorar sus balcones, no lija sus tacones de aguja ni cose sus botones colgantes; la vida está tan acomodada como tú, y no mueve ficha por miedo a salir corriendo y perder su cómoda repleta de harapos y despojos, de anécdotas y recuerdos mal dibujados. Tu mundo está cargado de canciones a cappella en una voz tuberculosa, eres monotemático intrínsecamente y yo me canso de componer melodías a piano para tu corazón arrítmico y aburrido de latir por no morir agonizando entre aguijones de goma espuma, hoy me lastima que solo aguardes en las líneas de mi portátil, me incomoda buscar sinónimos y trazar bocetos a carboncillo barato. Me jode mi catarsis personal pero aún me fastidia más que seas tú quien la provoques. Estoy molesta y lo estoy por todo, por cada uno de tus movimientos y por convertirte en la piedra angular de nada y convencer a mí conciencia de que lo eres de todo; estoy harta de que tus patines de hielo rasguen la pista de mi pecho sin temor a la profundidad de sus cuchillas, de tu uniforme laboral estipulado y de catalogo, del motor cardiovascular suturado con puntos de hiedra y miel, de tus manos de trapo con uñas que se agarran como las de gato. Hoy me acribillo a miradas asesinas frente al espejo y extraño la canela de tus manos, recuerdo el afrodisíaco de tus nudillos sobre mi espalda y el frío de tus pestañas sobre mi costado. Y ahí estás, así aguardas. Y todo es una maraña de seda y esparto dispuesta a no dejarse desenredar y a fundirse en mi cama, alejados de sábanas y noches de fines de semana. Sin convencionalismos, hoy recuerdo mis bailes a las tantas de la madrugada, mis giros por las aceras alumbradas con farolas hipotérmicas, mis pies descalzos y mis manos sujetas a las tuyas; recuerdo el sin temor de comerme el mundo con las manos y a lo guarro, y el respaldo de una segunda boca dispuesta a acompañarme aún sabiendo que algunos momentos sabrían a regaliz y a manzanas con Nutella. Sin temor. Sin temor el mundo me baila un tango en la palma de la mano y repiquetea su ritmo en mi coraza, me cuartea, estalla mis candados y me inyecta heroína en la vena de los sueños a medio hacer.
¿Sabias tú que todos los días tienen los bordes afilados como una lata de atún?

lunes, 19 de enero de 2009

Dame un sin-tiempo.


Pero tú… ¿tú eres feliz?” .Pum. Digo “pum” porque lo único que fui capaz de sentir fue el peso de una losa de palabras atascadas, de voces a medio inventar, de sentimentalismo frito y harto de tanta comedia barata, de “y sis” “peros” “nuncas jamases” “noes” y asentimientos de vientos fugaces: cariño, ahora te creo, pero mañana cuando te piense te habrás convertido en puro fraude. Vamos a repetirnos la pregunta y vamos a pensarla hasta encontrar la solución, hasta dar con la verdad, aunque duela más que pillarse las manos con una puerta de metal. Vamos s ser tan insensibles como esta situación lo merezca, se acabaron las cortesias y las palmaditas en la espalda; se avecinan las palabras afiladas y los abrazos de fósforo. Quería hablar,de verdad, contar que francamente no estaba segura de hasta qué punto era capaz de medirme, que por desgracia esta vez sí tenía unas metas y no era capaz de decir aquello tan bonito de “hasta el final” ,aquí si había finito y estaba prohibido volar demasiado alto porque sino las hostias iban a ser de tercer grado, como las ya quemaduras. Que en aquel rincón de allí, en el que la mayoría de enamorados encierran sus desvaríos, yo tenía un montón de telarañas esperando a su presa, que no soñaba con ir a la luna de sus ojos y quedarme a vivir allí una temporada…que a veces soñaba con escapadas a lugares tan lejanos donde ni los cuentos habían sido capaces de llegar. Mierda, si, estaba empezando a tener problemas…de esos que casi no te dejan dormir y cambian la almohada por alfombras de pinchos, el techo por tormentas de ideas, la mesita por una luz incesante, las sábanas por mantas de calor a pilas y el vaso de agua se había hecho intimo de las Valerianas. Pero pensaba, una y otra vez me abordaba, me recordaba que seguía ahí incesante, a la espera de respuesta. Se había puesto casco, rodilleras, espinilleras y coderas, sabía que la sarta de palos iba a ser bien grande y venía preparada a fondo. Y yo allí, en la mesa de aquel bar, sin mirada, consumiendo alcohol de quemar, autocombustionando-me-te las ganas de salir corriendo, triturando el hielo de los pulmones y siendo coctelera de emociones subcutáneas. Dame un plazo de seis días para decidir qué hacer con estas cosas, dame 24h para desplegarme como un sofá cama y esperar lo adecuado, dame, dame parches de esos que suplantan las necesidades (como los de nicotina), dame cosas para distraerme y dejar de pensar en todo lo que a estas alturas está tan quemado como yo.
Dame.


viernes, 16 de enero de 2009

Si tú X yo Y.


Y tú andando por la casa haciendo de esta ciudad algo más bueno, lavando mis sábanas de ácaros y llenándolas de polvo, desayunando yogures naturales conmigo, haciendo como si no te importara ver Scooby Doo y poniendo buenas caras cuando te quito la manta. Diciéndome que de aquí nos vamos en tres días, que mejor me vaya haciendo a la idea ¡ah! y las maletas; pero que me olvide de llevarme tacones, porque luego no me los pongo y son feos de remate. Llenándome la cabeza de truhanes italianos, de pizza vegetal y batidos de vainilla. Tocándome el flequillo y guardándote mis sonrisas, tratándome como una reina, diciendo que en pijama parezco una princesa, pero que molo más sin peinar; tirando mi colonia en tu almohada para luego decirme que todo huele a mí. Que te pille y me digas que: "¿Onde narices compras esta cosa que huele tan rebién?". Encubriendo las horas que llego tarde, las veces que pierdo las llaves y yo tus mentiras y tus violentos líos amorosos.
Llevándote mis tappers y llenándolos de natillas con canela, saltándote mis normas a la torera y por la puerta grande. Que me fastidies todos los finales de las películas por bocas y yo te mortifique en todas las películas de miedo por gritos y demás.
Que te enfades porque vaya descalza y yo porque vayas desnudo.
Que me riñas por escribir sin faltas ortográficas y yo porque las patatas se comen sin Ketchup. Que me mires mal cuando como cereales mientras ves tu serie y yo a ti cuando no queda champú y tú hueles a limpio. Que te metas conmigo desde la otra punta del pasillo y yo me descojone porque he vuelto a robarte la toalla del baño. Que me llames maleducada cuando no te ofrezca chucherías y yo gilipollas cuando sabes que puedes coger sin pedir. Que me digas "que haría yo sin ti" y yo te responda "lo mismo pero sin mi". Que me llames borde cuando la expresión justa sería "vete a la mierda" y yo suspire al ver que as vuelto a aguantarme sin salir corriendo. Que me cuentes tu "millonenmillonado de problemas" picantes y yo no me pierda una de tus palabras por ser una yonqui de ti. Que te comas mis tartas aunque salgan ácidas, duras o enharinadas y luego me digas que ha sido, sin duda,la mejor del universo-cósmico-mundial. Que seas un mentiroso mitómano falsificador y malversador de fodos y yo una encantadora irónica salida y achuchable chica Mandarina.
Pero ahora en serio...o pagamos el alquiler a medias o desisto (sonrío).
Venga,no te quejes tanto cosa linda (sonrío).
Si nos complementamos...
Yo te soplo confeti a los ojos para que dejes de ver tanto negro y tú me coses las alas para aprender a despegar del suelo.
"Hermanitos hermanitos...quién los viera y quién los vio."

martes, 13 de enero de 2009

Mirar atrás tiene efectos nocivos.


Me estoy poniendo borde. Borde y tonta. Soñar con ser mujer de goma para borrar tu historia y tanto callejón sin salida, combinando esta labor con unos chupitos de incredulidad, me esta costando casi tanto como recordar qué nos hacía reír tanto. Y si que bailo. Llega el sábado y si que bailo; solo que el haber decidido olvidarte en la barra de un bar, borracha, me da tanta vergüenza que ahora ya no puedo saltar sin sentirme ridícula. Odio esas promesas, pero me resultan tan sencillas; ya sabes…soy de costumbres, he merendado tantas mentiras que ahora la verdad me sienta fatal. Báilalo. Que lo que sucede es que no me distingues en esta ínfima pista de baile entre tanta loca epiléptica, ni me sientes en este batiburrillo de tacones y alcohol con pajita, ni me sabes mirar en este cuadrado repleto de miradas que apuntan al techo; en fin, el Deseo es tan endeble como las cremalleras de las sudaderas que ya no te bajaré. Y así andamos, cada día un poco más cojos el uno del otro, más descoloridos entre tanta gama de grises y menos humanos entre tanta fauna con bigotes de víbora. Perdona si quizás soy un poco borde, si destrozo la realidad de un pisotón o con un apagón de colilla , pero es que mi caja de música rubia de bote y tierna se llevó enterita mi sensibilidad y armonía. Se marchó de gira hace algún tiempo dispuesta a retomar sus mejores años, pero yo estoy segura de que el fracaso se adueñó de los puños de sus camisas de franela. Estaba tan confundida... ella no quería bonitos besos a las dos de la madrugada, quería que se la comieran entera de arriba abajo y la verdad es que lo demostraba descaradamente con sus labios rojo-busco-guerra. No la entendieron. Todavía no estoy segura de si volverá, y si lo hiciera juró que regresaría desintoxicada de ti…intoxicada de otros; ajenos ocupas seguramente más des -honestos, des -ordenados y des -obedientes. Que des - perdicio. Si la conozco al venir lo hará con un antifaz de hiedra y siete quilos menos de azúcar para tensar sus articulaciones, y entonces sus ganas ya no serán trepadoras ni su fuerza superior a la de mis entendederas. Si la conozco al venir estará tan avergonzada que agachara la mirada y no osará venirme de frente. Si lo hace, si regresa,si recupera su sitio, si vuelve a alquilarme su suite lo hará con un millón de promesas que a día de hoy me veo incapaz de cumplir; soy así, incompetente en suelo poco subsanado, por eso si alguna vez firmo mi alquiler tendré que sentirme bomba solicitante e impelente, que aspira desde las entradas la sangre nueva que pida un poco de ese algo más que ya no seas tú. Y justo entonces, estés donde estés, pondrás esa carita de pena que tanta rabia me da, esa que dan ganas de comerse sin pan y mucho vino. Te combinaré con el bocadillo y medio de impotencia atragantada que digerí esta mañana, el día de hoy ya no podrá ser en ayunas, menuda lástima más mal llevada. Báilalo. La carita esa de “No te entiendo pero no pares de hablar”,verás, el problema es que dejé de ser muñeca de cuerda hace algún tiempo, de esas viejas costumbres solo me quedo con el hábito de que me vistas y me desvistas. Soy una muñeca lista, con porcelana en las uñas y piel hasta en las pestañas; soy un juguete ausente con demasiados días doloridos y playas sin malecones. En el baúl de trastos viejos la selva no quiso que me adaptara. Y yo fui más bien algo vaga. Tenías razón , esto iba a ser complicado a más no poder, pero fui desobediente y me escapé por los tejados en busca de aires más frescos y con menos ataduras. Se asume. Pinté sueños en el papel de las facturas pendientes y arrojé bolitas a contracorriente, soñé pinturas en mis noches y desperté vacía pasadas las semanas. Se siente.Arranqué a la pena de cuajo y no cosí las heridas porque ya sabes lo mucho que me impresionan las agujas, me anestesie viendo estrellas en cumbres demasiado altas y acabe padeciendo el vértigo más espantoso. Demasiada sangre y muy poco algodón. Se nota. Pero eso es otra historia. Como me imagino todo esto de una forma anticipada decido pasar mis dedos por tus labios, y en ese gesto guardo como unos fascículos coleccionables las ganas de encerrarme contigo entre las sábanas y no darle a la cerradura hasta pasados un par de días. Báilalo. Y cuando todo ello ocurra, a modo de cuento inacabado, se abrirá un final poco convencional, de esos que se llaman abiertos, y todos los demás podrán imaginar misa, que lo cierto es que yo ya andaré muy lejos. Ya ves, escurridizos e insignificantes daños colaterales.

lunes, 12 de enero de 2009

La vida en una pecera.



Es una sensación semejante a vivir en una pecera de agua sucia, ando descuidada y no me dan de comer todos los días, ni siquiera esos espantosos papelitos de colores que tan mal huelen y vienen en esos botarros con aroma concentrado de resina. Soy exactamente eso, una carpa de esas bergamotas, de feria, que se sortean en concursos de diana y estafas, de los que se regalan por menos de cuatro duros y más de ocho partidas. Desde allí dentro no se siente el aire, ni las corrientes, ni el frío, ni el calor. Allí solo hay una soledad intacta que abofetea toda posibilidad de huida. Creo que maté hasta mi capacidad de empatía y últimamente solo me imagino sueños tan feos como salir corriendo. No haría ni una sola maleta,un par de euros, un buen libro , una pastilla del mareo y una carretera cómoda.
En la pecera hay hilo musical y suena Sigur Ros con voz afónica y chaleco de nicotina, hay un fondo de piedras pulidas que me recuerda que efectivamente no hay más vida tras ese montón grisáceo, que después del cristal sencillamente se acaba mi oxigeno, que si salto demasiado alto puedo hacer volcar mi equilibrio y puedo acabar aleteando en el suelo hasta inhalar el ultimo gramo de vida humana. Son egoístas, se creen que la teoría de los tres segundos de memoria es cierta, universal y genética; cuando en realidad recuerdo todas sus caras, sus desdenes, sus malas presencias, sus olvidos y sus sonrisas de gato asesino. Debería de estar enfadada pero lo cierto es que en muchas ocasiones la pecera me aleja tanto de ellos que me veo incapaz de sentir hasta el enfado.

¡Bah! Quien dice pecera dice la vida misma.

sábado, 10 de enero de 2009

Sobre la almohada hay un cambio de sábanas.

Me punzan los huesos, crujen, hace exactamente cuatro días que no logro respirar sin sentirme pesada y hace menos de dos segundos que decidí que si me concedieran un deseo hoy sería globo aturdido en busca de púa. Me aprietan las entendederas y no hago más que vomitar pensamientos a medio hacer, crudos, pero en plato de fiesta. Me ahogo de tanto analizar y me producen alergia los besos polares en las esquinas con prisa. Se me enredan los pies, desorientados por mi falta de compostura. Si es que yo no soy ética, soy un caos intangible de cositas a carboncillo. Y ya no canto ¿has visto? Perdí el ritmo en el desayuno del jueves, cuando me dijiste que ya no tomaríamos Cola Cao, porque nos habíamos hecho mayores. Irradio de todo menos calor corporal y el médico me aseguró que con aquellos sobres lograría mejorar en menos de tres días, que no, que esto no tiene cura. Ando distraída, tan pronto me balanceo en el precipicio como sonrío imaginando la caída. Y es que no estoy en ninguna parte, da igual donde me busques, fallarás. Estoy rellena de pepitas amargas y sin embargo se equivocaron al colocarme en el están de “Frutas de temporada”, y ahí estoy, compartiendo piso con todas aquellas personas que no tienen casi nada que ver conmigo excepto la capacidad de sentirse tan bichos raros como yo. Llegados hasta este punto me pregunto como hemos logrado atravesar la demacrada línea y plantarnos aquí, ¿cómo es posible que estemos aquí si ni siquiera sabes que mi bocadillo favorito es el de queso? ¿En qué momento trasladaste todo tu equipaje a mi habitación? Si yo no te invité… Esto es demasiado pequeño para cobijar a dos personas, sus problemas, sus sonrisas sin dientes, sus corazones virados, sus músicas latentes y sus malas caras. Pero si no me entiendes cuando te digo que si fuera hombre congelaría el despertar de Ella solo por analizar su pelo con sueño, si frunces la mirada cuando volteo por las aceras sin estar necesariamente borracha, si no comprendes que en días de lluvia quiera pasear hasta calar los calcetines, si te asustas cuando te digo que a mí me pone (me ponía) chutarme de ti…pero cómo vamos a llevarnos bien Tú y Yo si no sabemos ni quiénes somos. Pero cómo…



Hacemos una cosa, yo me bajo al bar a tomarme un Cola Cao y tú mientras recoges tus cosas.

P.D: No hagas la cama, que hoy se cambian las sábanas. Ya sabes, no me gusta que huelan a nosotros.