domingo, 22 de febrero de 2009

Yo,mini-Yo y super-Yo.



Estaba pensando en echar a correr hacia atrás, en limpiarle el polvo a los recuerdos de algodón de azúcar con aires de pilla-pilla y ánimos de correveydile; calle arriba calle abajo saltando las baldosas de color rojo. Cuando era pequeña siempre caminaba por las blancas, y si por error acababa cayendo en alguna de color rojo me daba tanta rabia que volvía a empezar mi camino, partiendo siempre del portal de casa (el escalón contaba). Recuerdo cuando papá me quitó las ruedas pequeñitas y traseras de la bici, juré que aprendería a montar en una sola tarde y me convencí de que era necesario que así fuera si quería demostrar que verdaderamente Rosana era Superwoman, miembro del Sindicato del Crimen pacífico-sin-sangre de América (preocupante influencia del cómic) y aunque con las rodillas magulladas y sangre en el codo derecho lo conseguí (tengo una bonita marca que lo demuestra), para dura mi cabezonería y mis ganas de volar sin celofán. Jugar al escondite en verano hasta las once de la noche con mis sandalias azules de la suerte,que poseían los asombroso poderes mágicos de no rozarme por mucho que corriera ; los gritos de mamá por el balcón y recaudar pesetas hasta poder comprarme un MiniMilk en aquella heladería de la esquina con aquellas compañeras de juegos que a día de hoy son mucho más grandes que yo. Recuerdo el miedo a dormir destapada por si un asesino venia y me clavaba un cuchillo, siempre le decía a mamá :“Pero es que si el asesino viene y me clava el cuchillo la sábana podría salvarme”,en pleno agosto esto parecía ser que no era del todo razonable; la tranquilidad de dormir con el armario abierto para evitar que aquel oso negro y gigante se colara entre mi ropa y se comiera mis manos sin que yo, por extraño que sonara, no me diera cuenta hasta la mañana siguiente; la sospecha y el pánico al mear sentada en la taza del WC después de ver Tiburón y la creencia indudable de que las tortugas tenían, dentro de su caparazón, una casa llena de habitaciones.


Si, esa era y creo que soy Yo.

jueves, 19 de febrero de 2009

Voy y vuelvo. Vuelvo y vengo. Vengo y voy.



(Sonrío).
Sonrío y no se exactamente porqué lo hago, no se si lo formas desde tu distante e inmensa distancia o desde tu inabarcable capacidad para leerme las pupilas con una de tus canciones sin tempo; no te enfades conmigo si me desoriento y pierdo el ritmo de mis andares, si destrozo la partitura con mis arritmias o transformo los pianos en baterías. No lo hagas porque no nos servirá de nada. No me sigas si ves que me tambaleo sujeta a una de nuestras farolas, no me ayudes si ves que corro perdiendo las plumas, no me grites cuando huya indebidamente hacia cualquier precipicio que me ayude a calmar ese algo tan nervioso que tenemos. Cuando lo haga, déjame ir. Que aunque haga ver que soy fuerte, aunque me dibuje abdominales con una cera de niños, aunque vaya con un escudo de hojalata…la realidad es que puedo doblarme con una simple mirada de las de marchateynoregreses. Que cuando me acorralan las ganas de estrangular tus suspiros me vuelvo cabezota y testaruda, y de nada me van a servir tus sermones ni tus ganas de rodearme de racionalidad normalizada. Solo entiende, aunque sea a regañadientes, que preciso de ese tiempo tan solitario e individual que logra estabilizarme en nuestra plataforma flotante. Solo sueña conmigo, desde donde estés, que hoy es necesario tirarse de cabeza al mar y desnucar nuestros malos dolores.


Y tranquilo, que yo regreso. Que no me marcho, me renuevo. Que solo me ausento, pero no desparezco. Que me dejo ir, pero no del todo.

martes, 17 de febrero de 2009

Música y adi-a-cción.


La respiración se acelera y mi pecho solo abraza lo básico, los instintos. Y tal vez sea el condecoro, los cuadros, o las estanterías llenas de libros y recuerdos ; pero hay algo, unas motas de polvo-olvido que recuerdan la gravedad de los actos sobrevenidos hace ya algunos meses. ¿Qué hago sentada aquí? ¿Cómo he llegado otra vez a este mismo ambiente? Seguro que me ha drogado, si, seguro, las drogas de diseño están avanzando a una velocidad espantosa. Seguro. “If you want some lovin' baby .That I 'll give to you…”.Su dedo se desliza lentamente por el borde de la mesa y tropieza con mi mano. Resbala. Casi sin pretenderlo, casi sin ser a propósito, pero solo "casi" …y en la habitación de pronto disminuye la graduación de luz y el campo de visibilidad se torna tan nulo como en el juego de las tinieblas. “If you want some huggin' baby. Oh I could hug some to…”. Que pare la maldita música, por favor. Y todo, inclusive los cojines, huelen a ginebra, todo es etílico, incluso los bordes metálicos de las sillas. “All I want baby Is some touch from you…”. Las sílabas se alargan, se ahogan en la ropa interior, el tono se empequeñece, la piel llama instintivamente a la piel y justo en ese momento temo por mi, por mi mañana y por mi amanecer (mea culpa). El sofá de pronto es excesivamente pequeño para dos personas y los cuerpos se apretan y apresan, tanto que de un momento a otro es posible que acabemos fusionados en una sola masa uniforme. Y duele dolerse sabiendo que duele. “Just a little bit attention… yes Is gonna see me through…”. Por dentro pataleo de rabia pero estoy segura de que por fuera nadie lo diría, intrínsecamente me como las uñas, me estiro del pelo, me rasco compulsivamente y pestañeo constantemente. Tengo todas las características de un ser humano: músculos, sangre, piel, pelo. Pero ninguna sola emoción clara y reconocible, excepto aprensión y apatía. El salvajismo emocional está empezando a apoderarse de mí, me siento letal, al filo del frenesí, creo que mi máscara de salud mental está a punto de derribarse. Delego . Me caigo, del sofá al suelo, del suelo al sótano, del sótano a la tierra, de la tierra al núcleo, del núcleo al cosmos, del cosmos al vacío … caigo. Y esta vez no hay una sola mano, una sola astilla en la que enganchar mi vestido a modo de salvación, un ultimátum, o una antepenúltima oportunidad de no tirarme de cabeza al vaso medio lleno de ese algo rebajado con el agua de los hielos. De ese Tú tan encantador.
Cause you know you're my kind .And I want you, I want you to be mine”. Silencio . Huele a polvora, algo está a punto de dinamitarse, las costuras se agrietan, los botones revientan, la seda se estría, las manos se buscan. Y yo sin moverme. Los brazos doloridos, por la fuerza de contención, se desperezan. Las piernas agrietan su tierra. Los pies despiertan , los tacones apuntillan el suelo y el vaho remata las paredes. Y sin moverte.

Se acerca, con la piel de cuclillas, con los labios encendidos, con sus ojos ciclópeos y su pelo descuidado. Retira mi pelo con excesivo cuidado, acaricia mi nuca con unas manos gélidas que extasían mis nervios, susurra y remata “I idolize you”. Sus labios bajan hasta mi hombro derecho y justo al lado de mi peca de la suerte estalla su beso. Y el calor se esfuma, se evapora, se condensa…y solo queda un frío glaciar. Si salgo corriendo pisaré el suelo desnuda y si echo a volar chocaré con todas sus ventanas.

Estáticamente, si.
Pero enamorar aunque así sea, es más cómodo en libertad. Estática-mente, si. Pero envolverte barajando la imposibilidad es más placentero que mirarse sin mirar. Estática-mente, si. Pero departir ante un mutismo incognoscible es más gratificante que archivar al baño maría una decena más de estáticas situaciones... Estáticamente todo se escapa, huye, se acorrala y se fuga. Y es que la libertad si está atada irrita.
¿Y la música? I Idolize you, de Lizz Wright (no recomendable para días de soledad).

domingo, 15 de febrero de 2009

Solicito de ti todas mis noches.


Lo malo es echarte de menos, los labios que ya no mordemos; lo bueno es saber que en tu ropa interior hay bolsas llenas de caramelos. Lo triste es que vivo en un túnel si no me sujeto a tu ropa; lo alegre es tu lengua al buscarme que en vez de saliva me trae amapolas. Lo raro es que al irse tu pelo ya no cicatriza la almohada; normal es que cuando me miras la vida me da seis vueltas de campana. Lo feo es la piel protestando, pidiéndote todas las noches; lo bello es tu pecho de niño y el vaho abrazado al cristal de los coches. Lo fácil sería desquererse ,pero ¿quién rebobina este cuento?; difícil mirarte a la cara mientras doy pedales contra tu recuerdo. Tú eres un beso sin rumbo y yo un corazón sin respuesta; los dos nos quedamos sin pulso al rompernos la boca con tanta obediencia. Lo malo es que siempre te he dado mucho más de lo que tenía; lo bueno es que dándote todo supe que te di lo que te merecías. Lo triste es que no hay provisiones si estoy lejos de tus caderas; lo alegre es tocarte el culo en un bar sin que el resto se haya dado cuenta. Lo raro es que a estas alturas ya quiero follarte hasta el alma; normal es querer conocer el millón de secretos que esconde tu espalda. Lo feo es no ser insolente como fueron Adán y Eva; lo bello es que anoche aprendí que el kilómetro cero está entre tus piernas. Lo fácil un charco de babas cada vez que viene tu risa; difícil será olvidar el nombre de los bares donde tú respiras.
Mi boca está clavada en el madero
de tu cuello.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Por antonomasia.


No me soporto. Hoy la vida me aprieta, como esos sujetadores tan incómodos pero refinados. Como un 37 en alguno de mis pies o una Xs en cualquiera de mis hombros.
Hay días que sencillamente por no poder no puedo ni conmigo. Son “días invencibles” donde la mayoría de la gente que me rodea está ausente de todo contacto que vaya más allá del cordial “Hola” y complaciente “Hasta luego”, son días huecos que rechinan contra el calendario y agitan a cada uno de sus santos, son tardes que gruñen de frío y estufas averiadas, mañanas madrugadas con mala gana y enormemente desperdiciadas con unas seguras noches sin película en el sofá-cama. Generalmente nunca hay un detonante principal, ocurre sin más; desayunas como siempre y de pronto ¡pum! Ya sabes que será un día invencible. Ese día el universo entero se encarga de que todo quede subrayado en fosfi, todo es importantísimo, nada puede ser pospuesto y absolutamente todas las personas incorporan en su vocabulario el término “prisa” y la inadaptable “frialdad”. Ese día la humanidad es una enorme industria, compuesta por países que se tornan departamentos, con ciudades que se transforman en despachos con casas que mutan en mesas de escritorio y personas que evolucionan (malamente) en estresados robots de bingo de feria. Y tú ahí, sin tener la más remota idea en temas de cuentas ni en marketing empresarial. ¿Cuentas? Los días sin ver a X. ¿Marketing empresarial? Solo nociones básicas de supervivencia con 30 euros.
Los vecinos son jodidamente disciplinados, la panadera insólitamente maleducada, el zumo de naranja espantosamente ácido, la cama se revela y no deja hacerse, los cordones de las zapatillas se alargan demasiado y el pueblo de 16000 habitantes te queda casi tan grande como el “te amo” más mal dicho. Y ese día ni siquiera la posibilidad de tener para comer tu plato favorito puede alentarte a desear que llegue la tarde; estás perezosa para la vida social, y nace en ti la indomable capacidad para reñir por todo y con todos.
Con 19 años, no he encontrado la solución a días como estos. Creo que en el fondo no debería evitarlos ni buscarles anestesia, debería de simplemente afrontarlos como hasta ahora. Pero la verdad es que suelo coger el teléfono,respirar, marcar un determinado número y:


-Hola Rosana ¿Qué tal estás?
-Háblame de ti, que no puedo soportar un día más en mí.

martes, 3 de febrero de 2009

De haberlo sabido.



De haberlo sabido no hubiera corrido sin frenos, evitando los trompos de sentimentalismo en la cuneta. Hubiera librado a mi miedo y mis dudas, dejando que se hicieran con la “a” “m” “o” y “r” de esta historia sin verdad ni tiempo (que Goya nos perdone). Hubiera dejado de ponerme rimel cuando lo realmente necesario era alargarse las ganas. Hubiera reposado en cada área de servicio-autoayuda (por favor), y me hubiera tomado un café por cada una de las mentiras disimuladas. Sin azúcar, que no requiero edulcorante que suavice los hachazos.Te hubiera plantado en la quinta gasolinera, y sin mirar atrás hubiera corrido a duras penas
con los pies molidos de huidas
derrotados de tanto pisotón
cansados de tanto tacón de aguja.
De haberlo sabido me hubiera mordido los labios, te/me hubiera sangrado por dentro en vez de haberme curado las heridas a medias, a nuestras medias tan endebles como la lycra. Me hubiera enjuagado en la bañera con mucho rapapolvo y no entre tus sabanas de algodón y sudores fríos, hubiera compartido más madrugadas con la soledad y no tantas con tu comedor y tus tazas de desayuno. De haberlo sabido hubiera sacado mi orgullo de barrio y te hubiera aniquilado a golpe de mandoble, quintacolumnista. De haberlo sabido no hubiera dejado que transbordaras mi amor en vena, y me hubieras reintegrado cada uno de los sueños a medio hacer. Todos los que me pertenecían y a los que olvidé añadirles copyright.
Pero es que de haberlo sabido esto no hubiera tenido gracia,

ni corazón.

lunes, 2 de febrero de 2009

Día naranja con tardes grises.


Hoy mi día es naranja, como tu pelo, tu estuche, tu pijama, tu sudadera, tu casco, tu cuarto de reparaciones, tu funda nórdica, tu moto, tus guantes, tus ganas, tu cartera, tus pulmones, tu gorra, las paredes de tu casita en la azotea. Como tu recuerdo, tus abrazos; como Tú. Como las ganas de retroceder las varillas y la paralela sensación de acelerar el tiempo, como el “¿porqué?” más irreprochable y el no entendimiento más jodido, como la venganza más puta y el bofetón más marcado, como las lágrimas menos lloradas y la impotencia más desnuda. Como las palabras pendientes que caducaron y las sonrisas amargas que no germinaron, como el saco de deudas que uno siempre acarrea junto con el cúmulo de deseos que, sin querer, uno siempre desea.

Hoy mi día es naranja porque el resto del año no queda de ese color en mi paleta.Porque en días, quizá como hoy, te exprimo hasta no dejar ni rastro. Y porque en momentos ,quizá como estos, lo único que me apetece pensar hasta dinamitar las paredes es que no es posible que ya haya pasado un año...

Hoy mi día eres Tú. Como cada dos de febrero.