martes, 27 de octubre de 2009

Pensamiento 257.


Últimamente todas las canciones son demasiado tristes, las notas están abatidas de chocar contra mis altavoces y no llegar más allá de la montura de mis gafas; los días desmedidamente breves, por mucho que se empeñen en sacarle rayos al sol; el sol excesivamente inquietante y las noches descomunalmente eternas. Todo me viene grande. No es un cambio de estación, ni siquiera de termómetro anímico, no es nada en especial pero es todo en general. Lo malo de esto es no poder echarle la culpa a algo, a las nubes, al teléfono móvil, al vecino o al ladrido del perro. No aprendí a descargar estas situaciones, en la escuela se empeñaron a regañadientes en enseñarme a dividir con tres cifras pero jamás me dijeron qué hacer cuando uno no se sabe consigo mismo. Para esas cosas no hay maestros, ni libros, ni diapositivas ni fichas que colorear; parece ser que para esto solo existe la modalidad autodidacta de "sacarse las castañas del fuego sin salir muy churrascado". Malditos y estipulados conocimientos obligatorios. Si arranco querrá decir que ya no echaré los frenos, ni vistas más atrás de la esquina de casa, ni manos lejanas que casi se tocan, ni palabras en desuso con desgaste en los puntos de las ies, ni ganas de correr pisando barrizales ni todo lo que pueda recordarme mínimamente a algo que se merece un olvido de o a o. Y podré enfadarme, y darme de golpes tanto como quiera, sin que nadie me llame masoca o chica poco práctica, por mucho que goce. Podré estallar cuando quiera, y para ese entonces ya no querré que me abracen. Y si lo hacen desearé que me suelten cuanto antes, que me dejen marcharme sin hacer mucho ruido…porque trueno por dentro, pero nací insonorizada.

viernes, 16 de octubre de 2009

Apunten ¡Fuego!


Es nostalgia ¿la conoces? Es la más puta de todas ellas, junto con la soledad que se fugo con el miedo en un ataque de ira express.Es que te destruyan y destruir. Que se marchen y todo retroceda veintitrés pasos hacia atrás, mientras tus manos se amplifican seis metros hacia delante luchando contra reloj, contra el tiempo puntual de las estaciones de calendario, contra distancias largas, cortas, medianas; junto al cara a cara. Es como la continua pérdida en una guerra sin aprendizaje, es batallar sin armas contra un ejército de centenar de espadas de triple filo; y no perder la estúpida fé en que algún día todos ellos se rindan, aunque sea de hastío y desgana.
Luchar.
Que te combatan.
Perder.
Que te ganen.
Volver.
Caer.
Alzarse.
Tropezar.
Sangrar.
Arrancar.
Es mirar a los ojos y no saber qué expresar exactamente, o evitarlo; que te arranquen las halas justo un segundo antes de echar a volar por la ventana, que te quemen las retinas justo cuando empiezas a distinguir los colores del día y la noche, es ser romántica y que te apuñalen con el brote de una flor de temporada, es dialogar para un público sordo y foráneo, mentir a un diario privado, sofocar el hielo que se forma alrededor de la historia, mantener un duelo con la monotonía y que ésta te saque la lengua, contemplar las quejas entre las manos y el camino compartido entre los pies, es inventar cada veintitrés minutos una buena teoría de autoentendimiento con mucho -miento; es creer la santa patraña de que el supremo deleite del amor solo se encuentra tras los abandonos más crueles y rencorosos, en las reconciliaciones más cobardes y difusas. Es maldecirte por lo que si y por lo que no, por arrancar a correr y estrellarte contra las farolas de su avenida, y sangrar, sangrar por tomar el camino más cómodo y despejado. Por eso de que siempre hay dos. Por eso de que nunca es cierto.
No es más que acostarse y pensar: “Mañana lo hago sin falta".
Y despertarse con un post-it en las manos que indique: "Hoy también te van a faltar ovarios".
Pensar.
Que te piensen.
Mentir.
Que te mientan.
Soñar.
Que te sueñen.
Sonreír.
Que me sonrías.
No que t-o-d-o-s me sonrían, no, que me sonrías.


Hay veces que encajo en cualquier situación y otras que sobro en todos los ambientes, veces en que me comería a besos a todos y otras en que me los comería pero a lo caníbal, no se exactamente a que se debe tanta controversia, la cosa es que me destruye desde la flora intestinal a las uñas de las manos o en su defecto pies (¿Por qué no?). Son momentos en los que no me veo capaz de conciliar el sueño y de nuevo repito mi frase de “Maldita cabeza dejame en paz” ,y pienso y re- que-te-pienso las cosas que de forma clandestina a veces se juntan encima de mi ojo derecho y empiezan a parpadear y a desconcentrarme y de repente saltan canciones que no me dejan dormir, momentos que se repiten y repiten sin cesar y movimientos que actúan como el botón de repeat ,y yo me muero del dolor y entro en una especie de coma ausente que me invalida la cabeza. Y solo puedo pasar del sofá a la cama, de la cama al baño o tal vez de la cama a la silla del ordenador y si eso escribir para despotricarme, y aún así sigo sin ser capaz de formular qué es lo que no me deja dormir ,y prefiero que así sea , la tinieblas acerca de mi misma actúan en muchas ocasiones como escudos frente a lo que parece ser que es mi realidad… Sea lo que sea, y sabiendo con certeza lo que es, mejor no, mejor dormir y dejar para otro día lo que pueda descubrir hoy. Hay veces que la verdad es una luz que preferimos no confesar y aunque suene contradictorio la oscuridad a veces está más acolchada.


He vuelto a ser desordenada, pero no pienso luchar para evitarlo.

lunes, 5 de octubre de 2009

Lo que nunca sabrás.


Me gustan los abrazos de doble vuelta, el café de los domingos, los conciertos de ducha, las fiestas sin tacones, el yogurt natural con nueces, los estados alterados de la conciencia, comer regaliz rojo en el cine, las sonrisas en pijama bajo las sábanas, los puentes de Amsterdam, las lágrimas en el sofá y tras los créditos, el surrealismo de algunas mentiras, los recuerdos de papitoflexia, los bocadillos de queso, los clásicos, la pasta con tomate, los semáforos en ámbar, los sueños de los niños, las madrugadas en la playa, las margaritas en el pelo, el blanco de Ibiza, la rayuela, los juegos de palabras y las palabras que dan juego, la gente caótica, la fotografía, el vino blanco, Andalucia de cabo a rabo, Islandia, el existencialismo, que me consientan, la música por doquier, los telescopios, los sábados a las 3:30h con seis cervezas, los atardeceres con besos, que me hagan cosquillas en los brazos, los elefantes de la sabana, que me hagan reir, el teatro de calle, las Ramblas, la psiquiatría de mis mejores amigos, la catarsis, las tazas de té, las calles de Alcudia, los submarinos verdes, las terrazas de París, las peliculas que se te quedan muy dentro, los pasteles de frutas, los discos de vinilo, la gente que sabe tanto que nunca acaba, la medicina ilegal, la publicidad, todo a media luz, las papas García con ellas, caminar descalza, el insomnio acompañado, los girasoles cuando giran, los zapatos cómodos, el gin-tonic vodka-tonic, las miradas anestesicas, dormir cuando llueve, las mariposas grandes y vivas, las mandarinas que se comparten, los chicles de máquina, sonreir, que me sonrian, llorar y que me abracen, las tortugas marinas, el chocolate del 70%, la Bahía de Brasil, dormir desnuda, comer en la cama, los lagos, las borracheras con ellos, una madrugada de cine, las fobias, las filias, los peces naranjas, la pintura, mis pinceles, Las Vegas, pintar en las paredes, leer hasta las tantas, Henri Cartier Bresson, dormirme con música, la macedonia con cereales, que alguien me encante, los polos de horchata, la gente que no sabe cocinar pero lo intenta, la ropa interior, pintar por la noche, escribir a las tantas, el olor de la traca, discutir, beber a morro, las manzanas de caramelo de las ferias, las tiritas con dibujos, los viajes en tren, el desorden .

Me gusta.
Me gustan tantas cosas que empiezo a necesitar un cuerpo más grande.