martes, 22 de diciembre de 2009

Intercambio.


Paseaban, Él le echaba cosas en cara a Ella: que si no había sido buena, que si las cosas no se hacían así, que si cómo había podido, que si un día se arrepentiría, que si no tenía corazón, que si era de hielo, que si esas no habían sido formas. Ella le miraba inmune a tantas dagas, impermeabilizaba contra tanta mierda, perpleja ante tanta falsedad autonvencida. Le miraba y sentía lástima por la perfección que evidentemente no existía en sus palabras, le miraba y su corazón se echaba las manos a la cabeza de tanta carroña como escupían sus "cómo debería haberse comportado". Él, por fín y de una vez por todas, callaba; ya se había quedado bien tranquilo, ya le había demostrado hasta qué punto era consciente del mal que Ella había ocasionado, de lo infinitamente cruel que había sido la muy descorazaonada, ya podía dormir tranquilo y sin miedo, ya segurisimo que entraba al cielo por la puerta grande, porque había sido un héroe de esos que abren los ojos desde los "yo nunca"y los "tú siempre". Bendita sea la conciencia humana. Bendita sea la arrogancia con corbata y las mentiras con rimmel. Alabada sea la posibilidad de opinar de todo y juzgar aún más.

Ella sonríe sin vergüenza alguna, le mira.

-Me cansa este sabor a libertad condicional que me dejas siempre ¿sabes? No te engañes, yo también he actuado como él y él también ha actuado como yo. Tú has sido como él y como yo. Un día te explicaré la teoría que cuenta cómo todos hemos pasado por Terrorista emocional y/o Mendigo emocional. Anótalo en esa cartilla que tienes de buenos modales. Un día, cuando en vez de verja tengas ventana.
La navidad tenía esas cosas, que aunque soltaras palabras como apagones de cigarro sobre al piel eran días de familia, polvorón, espumillón y santas felicidades. Uno no podía enfadarse con un allegado, no si quería tener regalos.

Declaración de "defectos" varios.


Me pasa por ser una despistada crónica, por dejarme las botellas de champú siempre abiertas en la ducha, por impuntual a correpisa y con consciencia, por cabezona hasta las costuras del sujetador, por andar siempre descalza, por tener mis días salidos y no avergonzarme, por dormir hacia abajo, por almacenar tanta brillante mierda en una sola habitación, por tener tantos hobbies frustrados, por no poder tener animales vivos, por no saber cuidar de las plantas, por escuchar música para dormir, para despertar, para desayunar, para hacer botellón, para hacer el amor, por no saber rechazar chupitos, por cocinar para más que menos, por intentar hacer 104 tartas y no acertar ni una, por ser un desastre con forma humana, por perder las cosas y no dejarlas en su sitio por eso de que "si dejaras las cosas en su sitio eso no te pasaría", por leer hasta demasiado tarde, por comprar libros por vicio y enviciarme leyendo libros comprados, por filosofear cuando voy borracha, por reírme de lo que imagino y no puedo contar, por reír por no llorar, por llorar cuando no toca, por eso de que "mañana madrugo", por tener días tan sensibles como el cashmere, por malpensar y que me pillen, por diagnosticar malos días, por dar menos abrazos de los que tocan, por arrepentirme de ello, por cuando me miras con esos ojitos, por querer que todos prueben las cosas que a mi parecer están malas de narices, por no tener valor para hacerme un tatuaje, por indecisa con todas las letras, por no saber nunca qué bombón elegir, por gastarme una pasta en regalos y no arrepentirme ni un solo momento, por apuntarme a un bombardeo y no plantearme si hay combustible, por no sacarme el carnet a la edad establecida, por no llevar nunca reloj, por miedosa, por no hacerme nunca la cama, ni doblar la ropa, por dejar el inglés siempre para el año que viene, por llevar cada calcetín de madre y padre distintos, por hacer tantos soniditos sin quererlo, por comprar tantísima ropa interior, por decir eso de "mañana tiro estas zapatillas" y no hacerlo nunca, por ser vaga cada domingo y aún así dejar para ese día todas las tareas habidas y por haber, por escuchar una canción hasta aborrecerla, por babear cuando sonríe mi prima, por no tener valor, por decir adiós cuando tocaba un quédate, por no confiar en los "para siempre", por comerme el pan de mi madre en la mesa, por gastar tantas servilletas de papel cuando como/ceno fuera de casa, por ser borde, por ser sarcástica, por decir "esta es la útima" y que nunca sea verdad, por no saber poner fín cuando me lio a escribir y el tema da para mucho.

Y todo esto, de lo que muchas veces tanto me arrepiento, es lo que hace que Tú no puedas ser como Yo y Yo no pueda ser como Tú.

Los "defectos" están infravalorados.