viernes, 27 de marzo de 2009

La lengua es un arma blanda que mata.


Matar, pero no para quien piensa que solo se logra con el disparo de una bala, que solo se alcanza a machete limpio o a golpes de puño. Matar a copas con alcohol de quemar dolores, matar a sorbos de veneno y saliva de celos, matar a mordiscos y a besos prescritos, matar ahogando el cuello o matar dando demasiado aire a los pulmones. Joder, como duele morirse. Matar siendo consciente de que destruyes, matar siendo un gigante con suelas de acero y colillas de ciudad, matar rajando la piel con las uñas hasta dejarla hecha jirones, matar dando de lado las madrugadas de vino y ausentando las miradas que nos dimos en los trenes, matar sin perderse entre las sábanas dónde no había otras vidas que las nuestras, matar con un “buenos días” que no volverá nunca más. Matar olvidando ropa en otros armarios demasiado huecos y podridos, matar deseando sin poder ansiar, matar sin despertares de libertad, matar censurando las acciones, matar a bofetones de palabras con espinas, matar a fin de cuentas. Matar olvidando. Morirse recordando. Pensé el montón de veces que me habían matado, y debo de tener más de siete vidas, debo de tener muchas muchas más, y no lo sabía. Estoy formada por incongruencias varias, algunas muy bonitas, con sus tacones y demás; otras viejas y despeinadas…bellas igualmente, para que engañarnos puestos a estallar en pedazos. Cuando sea mayor, pero mayor mayor, quiero sentarme frente al mar y escribir todo lo que no me atreví a hacer a lo largo de mi vida, quiero amar a quien nunca lo supo y descartar al que jamás debió de formar parte de mí, cerraré los ojos con fuerza y anotaré en la arena una media de 13689 muertes como las citadas anteriormente… y quedaré tan hueca como una cáscara de nuez. No habrán muchas, ni demasiadas, porque “mucho” y “demasiado” siempre es un tremendo error.

También es cierto que yo he sido una asesina. Pero eso es otra historia... ¿Que porcentaje de victima y asesina debo tener?. Lo pensaré otro día, con más sol y menos luna.

sábado, 21 de marzo de 2009


Un día escribiré una canción de amor, y cuando ponga el punto final a la última estrofa quedaré tan realizada que las arterias darán un centenera de vueltas, sacaré de su orbita a los pulmones y los ojos tendrán visión 365º. Cuando lo haga, si es que lo hago, cruzaré en rojo todos los semáforos y me despediré de dormir en habitaciones de hotel, siempre me ha parecido que sus sabanas punzan demasiado, sus armarios son demasiado profundos y en sus cajoneras nunca hay nada de lo que necesito.
No tengo nada, pero siempre revuelvo en mis bolsillos. Y creo…creo que a veces es mejor salir sin vida del último bar y la antepenúltima copa.

lunes, 16 de marzo de 2009

Tendremos que poner las manos donde puedan verlas.



Tengo molestias, no, no, espera; tenemos, así queda más justo a la par que mejor… Quedarse a oscuras no quiere decir quedarse sin luces, y ausentarme hasta el abismo no es sinónimo de haber perdido el miedo a planear sin alas de plata. Mis pupilas son capaces de adaptarme a todo tipo de paisajes, sin que ello me convierta en una nómada consentida; el problema de ser ambulante es que entonces comienzo a respirar en posturas difíciles. Muchas veces mi acomodo viene ordenado por alguien de más arriba, y yo por miedo a perder mi sueldo meto todas mis cosas en una caja y mudo de un despacho a otro. Lo mejor es que cada vez las cristaleras son más grandes y la verdad se advierte más desnuda. Y entonces le veo las arrugas, el rimel corrido y las piernas sin depilar. Ya sabes, el encanto de la contemplación platónica se esfuma con uno de tus cigarros sin hierba. Se pinta los ojos frente a un espejo o pide un café en el bar de la esquina de más allá, y eso es todo lo que ocurre cuando la veo de frente. El otro día me acordé de algo que estuve pensando un día de lluvia, y es que la lluvia cuando llueve también se moja. Luego pensé en el momento exacto en que el tiempo nos daba una paliza y nos dejaba tirados en alguna cuneta, desnudos, sin piel, neutros y con mucho vértigo. Pero si eso ocurre seguiremos prefiriendo la lluvia, aunque el futuro sea ayer por la noche o venga dentro de un huevo Kinder. Creo que no recuerdo una verdad tan cruel, es peor que ir en un metro lleno de gente que habla sin parar de absolutamente nada, cada vez más y más alto. Pero claro… cerrar esa puerta no deja el mundo del otro lado, y saber algo así hace todavía más incomodo el viaje. Al igual que cerrar los ojos no es soñar o estar muerto o hacerse el muerto aunque a veces lo parezca. Quizá no funcione bien (yo) y ningún Doctor se atreve a decirmelo. Pero eso solo es otro "quizás" que se va de la mano con los "y sis" y demás.

¿Yo? Si, soy nostálgica de nacimiento. Pero… ¿y tú? ¿Qué eres tú?

martes, 10 de marzo de 2009

La fórmula de la dinamita.



Hace meses que en mi Mp4 solo suena música nostálgica, que cabalga esa maldita e insensata sensación que hace que todos mis viajes con demasiada distancia sean un recorrido fragmentado del verbo extrañar, sintiéndose la “ñ” más “m” de lo normal. Que los trenes me pesan más que la mochila de los miércoles y mis muñecas irradian más de lo normal, que tengo bolas de billar por ojos y una alacena sin dulces por pecho. Hace miles de horas que soy suicida del filo de cualquier palabra y se me agotan las fuerzas para darle a la silla la patadita final de fin de soga. Digo hace horas como podría decir hace mañanas, sábados, tardes de meriendas o estaciones sin calendarios...simplemente hace, del verbo "hacer" pero deshecho. Es un "hace" por desgracia, o una desgracia pero posible declinación del verbo, es útil, factible y real. Por obligación figura ahí, como el acento en la palabra corazón o el punto final detrás de un Te quiero.
Hace meses que escribo "beso" sin ganas y los abrazos me mal-suenan a barazos, que las mariposas del estómago se fueron a vete a saber que tierra prometida y me dejaron un montón de capullos rellenos de pólvora. Uno, dos, tres....






¡Pum!