Llega, quizá un poco apurada de tiempo. No se ha puesto rimmel, ni se ha perfumado.Se sienta en la mesa de siempre, es de hábitos simples y fáciles. Se hace una coleta de esas que se retuercen y acaban siendo peinados mal hechos, se pone una orquilla y respira libre de malos habitos. Pide un café y en vez de cortarlo con leche lo corta con miedo. El camarero siempre le pregunta si la leche la quiere fría o caliente. Pero ella ya sabe que los reproches, fríos, no valen nada. ¿Entonces? Entonces caliente, claro. Sabe qué tiene que decir, cómo, cuándo e incluso la velocidad a la que van a dispararse las balas.Y no es que sea calculadora, no, es que está tan cansada que las palabras se han ordenado por aburrimiento.
-Perdón por el retraso.
-No es nada, acabo de llegar (mentira, hace 17 minutos que espera, pero le jode aceptarlo y sobretodo que él lo sepa).
-¿Qué ocurre? ¿Te encuentras bien? ¿Pasa algo?
Ella se repite a si misma: “¿Qué ocurre? ¿Te encuentras bien? ¿Pasa algo?” y las respuestas a todas las preguntas van mezcladas con mucho hielo, una pizca de indiferencia y unas gotitas de cansancio. Todo en una coctelera da como resultado Ella. Sin botella y a borbotones. No sabe qué ocurre, o tal vez lo que desconozca sea la terminología adecuada,ni mucho menos si se encuentra bien o mal… ¡qué va a saber! Es apática desde hace tres tentempiés, pero a la fuerza; y si, si pasa algo, o eso se teme desde hace un par de noches. Bueno, tenemos un "algo" y una "apatía"... ahora a ver qué nos sale.
-Tú y yo no estamos hechos para volar juntos. (se ausenta)
-… ¿Qué? (se sorprende, muy falsa-mente)
-Hostia… es verdad, que tú nunca me entiendes. (se ironiza las heridas)
-Ya empezamos… (se cansa de cansarse)
-No, ya empezamos no…aún estamos. Aquí jamás se acabó, se dio por finalizado y surgió la posibilidad de volver a empezar.
-Perdón por el retraso.
-No es nada, acabo de llegar (mentira, hace 17 minutos que espera, pero le jode aceptarlo y sobretodo que él lo sepa).
-¿Qué ocurre? ¿Te encuentras bien? ¿Pasa algo?
Ella se repite a si misma: “¿Qué ocurre? ¿Te encuentras bien? ¿Pasa algo?” y las respuestas a todas las preguntas van mezcladas con mucho hielo, una pizca de indiferencia y unas gotitas de cansancio. Todo en una coctelera da como resultado Ella. Sin botella y a borbotones. No sabe qué ocurre, o tal vez lo que desconozca sea la terminología adecuada,ni mucho menos si se encuentra bien o mal… ¡qué va a saber! Es apática desde hace tres tentempiés, pero a la fuerza; y si, si pasa algo, o eso se teme desde hace un par de noches. Bueno, tenemos un "algo" y una "apatía"... ahora a ver qué nos sale.
-Tú y yo no estamos hechos para volar juntos. (se ausenta)
-… ¿Qué? (se sorprende, muy falsa-mente)
-Hostia… es verdad, que tú nunca me entiendes. (se ironiza las heridas)
-Ya empezamos… (se cansa de cansarse)
-No, ya empezamos no…aún estamos. Aquí jamás se acabó, se dio por finalizado y surgió la posibilidad de volver a empezar.
-... (Él agacha la mirada, acepta que es cierto...que algo va de mal en peor al cuadrado.Pero le duele, claro. Quiere hablar ¿pero qué puede decir? ¿qué les queda por solucionar, preguntarse o acordar? Entonces se entristece, por todo lo que podría decir y se calla, por lo que pudieron darse entre el jersey y no lo hicieron. Está llorando por dentro y encima Ella va y tiene razón, y Él ya no tiene recursos).
-¿Lo ves? Nos hacen falta demasiados metros de hilo para cosernos la heridas, y cada día que pasa soy más inmune a la sal que me arrojas, y cada sábado que transcurre tú eres más tolerante a mis cortes con visturí. Y acostumbrarse a quererse es algo fantástico,creeme, pero instruirse para dañar(nos) me está deborando las entendederas.
-Pero cariño...yo...(se disipa)
-Yo. Tú. Nosotros hemos llegado hasta aquí ,hemos construido un camino más o menos estable y ahora toca deshacer los nudos del estómago; porque desde hace meses me dueles como una efermedad sin remedio ni cura, y ya no me sirven tus pastillas, ni los sobres que se diluyen, ni los jarabes, ni las inyecciones... no. Ya no me bastas.
-¿ Y punto?
-...y final.
-Pero espera...
-No, llevaba esperando(te) 17 minutos. Haber llegado antes.
Ella sonríe, cree haber hecho no lo correcto pero si lo mejor. Él permanece ausente, se pregunta qué hará esta noche y dónde guardará todas las fotografías. Y a su alrededor la vida continua, y les quedan un millón de situaciones demasiado parecidas, remendar aún un centenar de malcosidas heridas, tomarse setecientos cafés cortados con miedo; encontrar soluciones con un final más o menos feliz, pero encontrarlas, aunque duelan más que renunciar a seguir latiendo.
Y se levantó y se fue (Ella). ¿Lo ven? Acaba de dejar siete años de su vida atrás,en un bar, con un cortado, en 33 minutos. Y lo hizo sonriendo.
Que bonito y triste.
ResponderEliminarA menudo se escriben historias asi, bonitas y tristes.
Bombón,que historia tan real. Por algún extraño motivo a mi me resulta familiar ¿no será porqué una vez hace un par de años me ocurrió algo parecido? ¿Porqué siempre que te leo me remueves las entrañas?
ResponderEliminarY ¿porqué me gusta?
Si, y final.
ResponderEliminarAsí deberíamos de ser capaces de hacer las cosas....
Fragil no...fragilísimo.
ResponderEliminarBú.